Limpiar una vitrocerámica no es una tarea doméstica demasiada complicada, pero cuando aparecen manchas complicadas la cosa cambia. Aquí la manera de eliminarlas fácilmente.
Desde la aparición de las placas vitrocerámicas para cocinar en algunos países, las estufas a gas prácticamente solo se utilizan en los restaurantes. A diferencia de la inducción, la vitrocerámica funciona con toda clase de recipientes, ya sean de barro, cobre o hierro fundido y, además, permiten aprovechar el calor residual una vez apagadas, aunque consumen más energía y son más lentas en calentar. Sin embargo, en comparación con las de inducción, son un poco más complicadas de limpiar por el simple hecho de que al calentarse sus placas quedan restos de pegotes de comida. Para que no se acumule la suciedad y se formen manchas difíciles de quitar, ya sean de grasa o restos quemados, es conveniente recodar ciertas reglas básicas para mantener su buen estado.
Para empezar, acostúmbrate a utilizar tapas que eviten las salpicaduras de aceite de la sartén o que se derramen líquidos fuera de un cazo o una olla. También es recomendable elegir un buen juego de sartenes y ollas adecuadas para la vitrocerámica y, por supuesto, no arrastres las bases sobre la placa, pues puedes arañarla.
Limpia la vitro a diario y elimina manchas.
Para mantener la vitro impecable, lo mejor es limpiarla cada vez que cocines porque va a facilitar la tarea y es el mejor modo de tener la cocina radiante. Una vez la placa esté apagada y fría puedes hacer una limpieza superficial pasando suavemente una bayeta húmeda por la superficie. Así eliminarás manchas blandas y restos de comida sin dañarla. Luego puedes aplicar un producto específico, normalmente en crema o spray, y dejarlo actuar unos segundos antes de retirar el producto con un paño húmedo.
Para eliminar las manchas incrustadas de tomate, huevo o leche que se han quedado secas, lo primero es ablandarlas y usar una rasqueta especial para ello. Eso sí, hazlo con mucho cuidado para evitar rayar la vitrocerámica. Sujétala fuertemente para que no escurra en un ángulo de 30º y después pasa una bayeta de microfibra húmeda para retirar los restos.
Si aún así las manchas se resisten, haz una mezcla en 100 ml de agua con dos cucharaditas de bicarbonato sódico. Extiende la pasta sobre la mancha y añade unas gotas de vinagre de limpieza y déjalo actuar durante 5 minutos. Frota con una esponja y retíralo. Aclara y seca.
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